Se conoce su uso ya desde el II o III milenio a.C. en Egipto aunque su uso era muy esporádico ya que se utilizaba más el papiro. También en textos babilónicos o asirios a partir del siglo VI a.C. se utilizaba este material. Sin embargo su perfeccionamiento fue debido a la ciudad de Pérgamo, una ciudad griega en clavada en el Asia Menor debido a la necesidad de tener un material nuevo para crear una biblioteca que quería hacer su gobernante Eumenes II. Para ello se inventó un nuevo tratamiento para las pieles en 170 a.C., estas se tensaban, raspaban y limpiaban para crear una hoja delgada y blanca que se podía utilizar por ambas caras para escribir sobre ella. El pergamino era mucho más fuerte que el papiro, el cual era el elemento más habitual utilizado para la escritura. El pergamino no se enrollaba como el papiro en largas hojas enrollables sino que se pegaban sus hojas a la manera de los modernos libros.
Las urnas funerarias más antiguas que se conocen datan de alrededor del 7000 a.C encontradas en el yacimiento Jiahu en la provincia de Henan en China donde se encontraron 32 de estas urnas, también en otros yacimientos chinos se han encontrado urnas de una antigüedad parecida como en el de Laoguantai, Shaanxi. Después de estas las más antiguas son las encontradas entre los pueblos eslavos y pueblos del norte de Europa. En 2500 a.C. se encuentran también en las islas británicas y la península ibérica. En Grecia se sabe de su utilización en la civilización minoica alrededor del 1000 a.C., así como entre los etruscos de donde la adoptaron los romanos que las colocaban en una hornacina familiar llamada columbarium.
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