Hasta 1669 no se descubrió lo inflamable que podía ser el fósforo, gracias a esto en 1680 el famoso químico Robert Boyle consiguió hacer algo parecido a una cerilla con azufre y fósforo y una astilla de madera. El primer fósforo que se autoencendía
fue un invento del francés K. Chancel pero se debía meter dentro de un recipiente con ácido sulfúrico lo que lo hacía muy peligroso.
El invento definitivo fue el de Gustav Erik Pasch un químico sueco que consiguió crear unas cerillas con una caja diseñada para su uso que servía para encenderlas, las inventó en 1844, estas cerillas funcionaban con fósforo rojo y la diferencia de componentes entre la cabeza de la cerilla (sulfuro de antimonio y clorato potásico) y la superficie sobre la que se frotaba (vidrio en polvo, cola y fósforo rojo). Su invento fue tan importante que la ciudad donde instaló su fábrica llamada Jonköping adquirió el sobrenombre de la ciudad de los fósforos.
El invento definitivo fue el de Gustav Erik Pasch un químico sueco que consiguió crear unas cerillas con una caja diseñada para su uso que servía para encenderlas, las inventó en 1844, estas cerillas funcionaban con fósforo rojo y la diferencia de componentes entre la cabeza de la cerilla (sulfuro de antimonio y clorato potásico) y la superficie sobre la que se frotaba (vidrio en polvo, cola y fósforo rojo). Su invento fue tan importante que la ciudad donde instaló su fábrica llamada Jonköping adquirió el sobrenombre de la ciudad de los fósforos.
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