El primero en fabricar una máquina de vapor fue el griego Herón de Alejandria en el siglo I d.C. que inventó una máquina llamada eolípila, la cual era una esfera con agua en el interior que al calentarle y salir el vapor por sus agujeros hacía girar a esta. En 1712 Thomas Newcomen consiguió una máquina que funcionaba con vapor, pistones, válvulas y cilindros, esta mejoraba algunos sistemas anteriores poco eficientes que servían para sacar agua de las minas que habían sido desarrollados por Thomas Savery unos años antes. Finalmente Watt basándose en la máquina de Newcomen mejoró su máquina, añadiendo un condensador separado.
Richard Trevithick consiguió patentar la máquina que funcionaba con vapor de alta presión en 1802 que fue la revolución definitiva ya que permitían una mayor fuerza y además se podía utilizar en los transportes al poder hacerse de un tamaño más pequeño que los anteriores modelos.
En este artículo se ha olvidado mencionar al español (navarro para ser exactos) Jerónimo de Ayanz, que patentó un modelo de máquina moderna de vapor allá por 1606.
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