La inoculación de la viruela ya se practicaba desde antiguo en la India y China, algunos historadores lo retrasan hasta el 1500 a.C. en la India y para el año 1000 aproximadamente en China, el procedimiento era sacar costras de los enfermos, triturarlas y después inhalarlas.
En 1768 el médico inglés Edward Jenner se hizo eco de las palabras de una granjera que decía que no podía infectarse de la viruela porque ya había tenido la viruela traspasada por las vacas. Al principio se intentó traspasar muestras de personas que lo padecían de manera leve a personas sanas. Finalmente en 1796 adoptó el proceso de coger pus de las pústulas de una granjera afectada por la viruela vacuna y se lo inyectó al hijo de su jardinero, después de pasar la enfermedad, el médico le hizo contagiarse de la viruela humana y comprobó que no se ponía enfermo. Tardó en aceptase su uso pero al final se abrió paso al ver que funcionaba.
Casi un siglo después en 1881 y una vez comprendido mejor el comportamiento de los microorganismos Louis Pasteur consiguió la vacuna antirábica y la vacuna contra el carbunco o anthrax, viendo que la mejor manera era inyectar microbios muertos o debilitados artificialmente para que el organismo se acostumbrase a luchar contra estos, lo consiguió gracias a experimentos con pollos.
Comentarios
Publicar un comentario